Por: Dr. Carlos Raúl Ballena

Reflexiones sobre el Día del Músico: Santa Cecilia y el Valor del Arte Musical
El 22 de noviembre es una fecha significativa que celebramos en honor al Día del Músico y a su patrona, Santa Cecilia. Aunque la historia de esta mártir es poco clara y no existen registros de que ella haya tocado algún instrumento o tenido una voz excepcional, su figura ha llegado a simbolizar a todos los músicos del mundo.
La música, lejos de ser solo una combinación de sonidos agradables al oído, posee un poder único y profundo. Es un arte que puede tocar las fibras más sensibles del alma, capaz de alegrar o entristecer incluso a quienes parecen insensibles. A menudo se le llama “el lenguaje de Dios”, ya que transmite emociones y sentimientos que resuenan en lo más profundo de nuestro ser.
Es interesante notar que no es necesario que una obra musical tenga letra para que su mensaje sea comprendido. Un compositor puede transmitir significados complejos simplemente a través de la estructura, el ritmo y los matices de su obra. Recordemos el relato de Don Garcilaso Inca de la Vega, quien describió a un indígena que, imposibilitado de ver a su amada por su condición de esclavo, comunicaba su amor con el dulce y triste sonido de su quena, mensajes que su amada interpretaba perfectamente.
Al mirar hacia la historia de la música en Europa, desde el periodo Barroco hasta la música Clásica y parte de la Romántica, encontramos un legado de compositores extraordinarios como Vivaldi, Bach, Mozart y Beethoven. Sus obras, a pesar de su complejidad, expresan sentimientos y mensajes que aún hoy resuenan en el cine, el teatro y en prácticas como la musicoterapia. Pero, ¿quién es el verdadero artífice de este milagro? El músico.
Ser músico en Perú implica enfrentar un desafío constante en una sociedad que, desafortunadamente, valora cada vez menos este arte. La realidad es dura: muchos artistas luchan por sobrevivir en un entorno donde vivir de la música se vuelve complicado. A pesar de años de estudios en conservatorios y ensayos constantes, carecen de protección legal, seguro de vida y el respaldo del estado. Lo más doloroso es la indiferencia y el desprecio que a menudo reciben por parte de la misma sociedad que debería valorar su trabajo.
Es cierto que existen músicos empíricos que realizan un buen trabajo y dignifican la profesión, pero también hay quienes, lamentablemente, dañan su imagen. Sin embargo, todos estamos llamados a cambiar esta narrativa, a luchar por los derechos de los músicos, a no regalar su talento y a unir esfuerzos en lugar de fomentar divisiones.
Valoremos el don que cada músico posee y el impacto que su arte puede tener en nuestras vidas. A través de la música, son capaces de tocar el alma, remover emociones y, en ocasiones, incluso dibujar una sonrisa en el rostro de Dios.
Hoy, en este Día del Músico, celebremos y honremos a aquellos que cumplen un rol divino en nuestra sociedad. ¡Feliz Día del Músico!